jueves, 21 de abril de 2011

Naturaleza viva en la ciudad encantada

Antes de saber que volvería a Salvador le prometí a mi conciencia
que dejaría todo a cambio de no pedir nada.
Que volvería vacío de un lleno, callado, sin pronunciar la palabra secreta.
Pero, en esa intensa promesa se me olvido aquel poder
que la ciudad encantada posee en sus venas.
Nadie me dijo que ese encanto perdura en el tiempo, y nadie
pronuncio sobre el efecto de su fiesta carnavalesca, y menos
me indicaron que en dúo el disfrute se multiplica.
Si supieran lo que sucede en esa fiesta tan colorida y desgastante.
Si supieran que nuestros negros queridos hacen cimbrar el suelo
adoquinado de un Pelourinho con aroma a un sinfín de comidas.
Caminar, subir, bailar, comer y transpirar solo alegría,
porque de eso se trata el carnaval.

Ese sudor me hizo más valiente que antes.
Hoy soy más poderoso que antes.
Porque soy el beneficiario de una nueva mirada sobre la vida
en relación a esa fuerza contenedora y creadora llamada naturaleza.
La misma que devela con simpleza algunos de sus secretos llamados orixas.
La misma que sabe barrer por un día el río.
Pero es parte de su grandeza ese acto?
O será que intenta mostrarnos la estupidez que día a día generamos en no cuidarla?

Entre OJOS DE GATO y yo, creemos que esa grandeza que manifiesta nos hace temer por su enfado,
por su tristeza del mal cuidado, preservación y abuso.
Hoy soy más sabio porque pude reconocer que también la dañe.
Que inmensa que será que me dio algunos guiños de regalo y yo respondí
de la manera mas sabia que la maestra me enseño.

Cante y baile frente a sus manifestaciones, comí y compartí mis delicias con su tierra,
y hasta le enseñe a OJOS DE GATO como su cuerpo puede alabar a la reina del mar.
Ella, desde un principio, supo como dejar que su cuerpo se integrara a la ciudad encantada.
Solo que OJOS DE GATO ignoraba que la ciudad encantada ya sabia de su llegada.
La recibió y la marco en su piel, su corazón y espíritu.
Al unísono la transitamos.
Juntos compartimos y separados reflexionamos.

Pero hoy creo que somos más sabios porque entendimos que un amor se construye
y no se gana con ventaja.
A dúo soñamos con dominar el espacio de la ciudad.
Pero eso, es una falencia.
Porque La ciudad encantada no se domina, ni se adquiere.
Ella sabe como desvanecerse frente a nosotros y regresar en el momento que deseemos caminar por sus calles.


A los ojos que nos regalaron sus miradas.

A las madres que nos dejaron nadar en su esencia.

A Lali,por oficiar de casa contenedora, con su Iansa tan hermosa.

A Edivandete por ser quien es y darnos lo que nos dio.

A Camila y Mamara.

A los orixas en sus calidades y cualidades.

A la ciudad de Salvador y su encanto pregnante.

A los negros queridos.

Gracias.